Por Alberto Benza González
Celebremos los 50 años de historia del restaurante Huancahuasi, un auténtico templo de la comida andina. En el legado de mamá Lucha, encontramos los cimientos de perseverancia y amor por una mesa cálida y rica, transmitidos a su familia con una pasión desbordante.
Hace medio siglo, en la hermosa ciudad de Huancayo, el sueño de esta valiente vivandera se hizo realidad, encarnado en Huancahuasi, cuyo nombre significa “casa de piedra”. Fue su hijo y su nuera quienes, junto a ella, levantaron este hogar gastronómico, aun cuando la cocina tradicional andina no era plenamente aceptada en aquel entonces. Sin embargo, la familia se mantuvo fiel a sus tradiciones, deseosos de compartir no solo sus platos, sino también su música, danzas y, sobre todo, su inigualable sazón.
Hoy en día, es Paola Palacios, nieta de mamá Lucha, quien lidera con orgullo la cocina del restaurante que ha expandido sus horizontes, abriendo sedes en La Victoria, La Molina y Pachacámac. Al ingresar a este acogedor lugar, nuestras miradas se encuentran con coloridas mantas que cubren las mesas, mientras los aromas inconfundibles nos transportan a los corazones de los Andes.
Es aquí donde la pachamanca despliega su esencia ancestral, donde la patasca reconforta el alma y donde platos basados en el cuy conquistan nuestros paladares con su singularidad. Cada bocado es un homenaje a la riqueza culinaria de la región, una sinfonía de sabores que despierta los sentidos y nos invita a rendir tributo a las tradiciones que han perdurado a lo largo del tiempo.
En cada rincón de Huancahuasi, palpita el legado de mamá Lucha, el amor inquebrantable por la cocina andina y el deseo ferviente de compartir ese patrimonio gastronómico. Es un tributo a la perseverancia y al amor por nuestras raíces, una oda a la cultura que se entrelaza en cada plato servido con dedicación y cariño.
Porque Huancahuasi trasciende la simple alimentación, se convierte en un refugio donde la tradición se entrelaza con la innovación, donde los sabores ancestrales encuentran un espacio para perdurar en el tiempo y deleitar generaciones venideras. Es un pedazo de historia que se degusta con gratitud y se celebra con cada comensal que se sienta a disfrutar de su autenticidad.
Hoy, alzamos nuestras copas en honor a los 50 años de vida de Huancahuasi, a sus fundadores, a mamá Lucha y a todos aquellos que han sido parte de esta travesía culinaria. Que siga siendo un faro de la comida andina, una casa de piedra que acoge y deleita, manteniendo viva la esencia de nuestras raíces.
¡Salud por Huancahuasi y por su legado eterno!